Correría el año 1996 o 1997. Por esa época trabajaba en una tienda de fotos, y en ese comercio me sucedió alguna que otra anécdota curiosa.
En esos tiempos predigitales llegaron a la tienda unos rotuladores que prometían poner fin a uno de los mayores quebraderos de cabeza de los fotógrafos aficionados: los malditos ojos rojos al fotografiar con flash. Colocamos un expositor de dichos rotuladores junto a la caja registradora para que de ese modo la gente los viera mientras les cobrábamos.
Un día llega una señora y me pregunta:
- ¿Para que son esos rotuladores?
- Son para solucionar el problema de los ojos rojos en las fotos tomadas con flash.
- Ah... ¿Y no escuece?
En esos tiempos predigitales llegaron a la tienda unos rotuladores que prometían poner fin a uno de los mayores quebraderos de cabeza de los fotógrafos aficionados: los malditos ojos rojos al fotografiar con flash. Colocamos un expositor de dichos rotuladores junto a la caja registradora para que de ese modo la gente los viera mientras les cobrábamos.
Un día llega una señora y me pregunta:
- ¿Para que son esos rotuladores?
- Son para solucionar el problema de los ojos rojos en las fotos tomadas con flash.
- Ah... ¿Y no escuece?
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