Aquí presento una verdadera tocada de diafragmas al patrimonio y al paisaje.
Resulta que entre la playa y el anfiteatro romano de Tarragona discurre ajena a todo pasado la vía del tren, haciendo imposible fotografiarlo sin que aparezcan las catenarias. A parte de los perjuicios estéticos de las vías del tren esta el de accesibilidad entre la playa y la ciudad. Si estás en el punto desde donde esta tomada la fotografía y quieres dirigirte al centro de la ciudad, te toca andar como media hora, ya sea hacia la izquierda o hacia la derecha, hasta encontrar un paso a nivel o puente.
El hotel Imperial Tarraco también aporta su granito de arena al despropósito estético desde el punto de toma de la foto. Si bien haciéndola desde más a la izquierda se habría evitado que asomara por encima de las gradas, la vegetación habría tapado todo el anfiteatro.
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